sábado, 25 de febrero de 2012

Reflexiones sabatinas


El diccionario de la Real Academia Española define como inepto a quien no es apto ni a propósito para algo. Ahora bien, primero que nada, quiero hacer una aclaración que me compete en mi carácter de hombre de buena fe, antes que en el de redactor de este artículo. Creo fervientemente, que no hay cosa peor que comenzar una nota o editorial de cualquier tipo con una definición sacada de un diccionario. ¿Acaso somos tontos o incompetentes nosotros, los lectores, y necesitamos saber de que nos están hablando? No, para nada. Por ese motivo, el arranque de este escrito no es más que una mención especial a esos ineptos, a los no aptos para ese propósito tan difícil que es expresarse mediante palabras escritas: a muchos, quizás cientos de periodistas.
  Pensarán ustedes que sería algo así como darles un poco de su propia medicina (cibernética), pero no, porque dudo en que alguno de ellos asista a este humilde espacio y además mi crítica apunta a un rincón muy poco explorado, el de la solapada significación de la estupidez humana. Porque no encuentro ninguna utilidad a quien escribe en un diario de tirada multitudinaria e intenta deslices de una falsa intelectualidad. Para eso hay revistas de investigación o, en su defecto, algún blog de mala muerte, como este por qué no.
 Si se escribe para el diario más importante, el que vende mayor cantidad de ejemplares gracias a su concurso sabatino, no soportaría que me digan que un joven asaltante murió debido a una lesión que lo llevó al óbito por shock hipovolémico por degüello. Quiero que me digan que lo han cagado a tijeretazos en el cogote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario